El amor abre puertas, pero la duda las entierra, sin clemencia la
tortura de los sentimientos se formula, rotando la felicidad de la vida.
La ignorancia se torna una venda, que arropa las pupilas del corazón,
la pena se ancla en el rugir de la voz, que impide la expresión de
nuestro amor.
La confusión impide la dirección de los sentimientos, estancando el
sufrimiento en nuestro interior, al sentir el rencor esparciéndose en
nuestro corazón, cerramos esos gustos y ternura, para así nunca
enamorarnos.
Y perdemos el olfato de la ternura que gobierna nuestro corazón,
arruinando la felicidad, que en un futuro satisfacera nuestro interior.
